lunes, 7 de octubre de 2013

SEMBRAMOS GUISANTES

SEMBRAMOS GUISANTES

ALUMNADO DE 5º B    

                                         
El día 3 de octubre estuvimos en nuestro huerto para sembrar 

guisantes, pero antes de nada, nuestro maestro Pepe nos 

mostró las semillas de guisantes que estaban dentro de un 

tarro y nos dijo que sembrarlas era bastante sencillo.


Después de explicarnos cogimos las herramientas y removimos la tierra donde íbamos a 

sembrar. La dejamos suave. Había algunas piedras y nuestro maestro nos dijo que las 

quitásemos para dejar bien el bancalico. Luego hicimos una fila y el conserje Antonio nos iba 

dando tres semillas a cada uno y nosotros las pusimos en un hoyo pequeño y las cubrimos con

tierra. Después con las regaderas regamos los guisantes y lo pasamos genial. También 

regamos las alcachofas que plantaron nuestros compañeros de 6º B, las habas y los ajos 

tiernos.

                                                                                       El alumnado de 5º B y su maestro Pepe




¿Os gustan los cuentos? … ¡Pues a leer!


                             La princesa y los guisantes


    Había una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero con una verdadera princesa de sangre real. Viajó por todo el mundo buscando una, pero era muy difícil encontrarla, mucho más difícil de lo que había supuesto.
   Las princesas abundaban, pero no era sencillo averiguar si eran de sangre real. Siempre acababa descubriendo en ellas algo que le demostraba que en realidad no lo eran, y el príncipe volvió a su país muy triste por no haber encontrado una verdadera princesa real.
   Una noche, estando en su castillo, se desencadenó una terrible tormenta: llovía muchísimo, los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos sonaban muy fuerte. De pronto, se oyó que alguien llamaba a la puerta:
   -¡ Toc, toc!
   La familia no entendía quién podía estar a la intemperie en semejante noche de tormenta y fueron a abrir la puerta.
   -¿ Quién es? - preguntó el padre del príncipe.
   - Soy la princesa del reino de Safi - contestó una voz débil y cansada. - Me he perdido en la oscuridad y no sé regresar a donde estaba.
   Le abrieron la puerta y se encontraron con una hermosa joven:
   - Pero ¡Dios mío! ¡Qué aspecto tienes!
   La lluvia chorreaba por sus ropas y cabellos. El agua salía de sus zapatos como si de una fuente se tratase. Tenía frío y tiritaba.
   En el castillo le dieron ropa seca y la invitaron a cenar. Poco a poco entró en calor al lado de la chimenea.
   La reina quería averiguar si la joven era una princesa de verdad.
   "Ya sé lo que haré - pensó -. Colocaré un guisante debajo de los muchos edredones y colchones que hay en la cama para ver si lo nota. Si no se da cuenta no será una verdadera princesa. Así podremos demostrar su sensibilidad".
   Al llegar la noche, la reina colocó un guisante bajo los colchones y después se fue a dormir.
   A la mañana siguiente, el príncipe preguntó:
   -¿Qué tal has dormido, joven princesa?
   - ¡Oh! Terriblemente mal - contestó -. No he dormido en toda la noche. No comprendo qué tenía la cama; Dios sabe lo que sería. Tengo el cuerpo lleno de cardenales. ¡Ha sido horrible!
   - Entonces, ¡eres una verdadera princesa! Porque a pesar de los muchos colchones y edredones, has sentido la molestia del guisante. ¡Sólo una verdadera princesa podía ser tan sensible!
   El príncipe se casó con ella porque estaba seguro de que era una verdadera princesa. Después de tanto tiempo, al final encontró lo que quería.
   Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


Andersen (Adaptación)


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